lunes, 9 de abril de 2007

Marzo 2007 - 7 años





La Cuadra de Pereira: el arte Sí invita....

Por Juliana Gonzalez
El arte crea hitos, marca momentos en la conciencia social de su entorno. La iniciativa artística que cumple 7 años devuelve a Pereira (Colombia), ciudad en permanente transformación urbanística, una esquina de vida barrial y además, abre un espacio al llamado arte culto, que hasta entonces solo pertenecía a las galerías y museos. El arte domestica. Si hace siete años se hablaba de arte en Pereira, la palabra interactividad seguro no era el sustantivo indicado. Había pocas maneras de acercarse a éste: la visita al museo de arte moderno, observar la escultura del Bolívar Desnudo de la plaza idem. Los demás circuitos culturales eran de acceso restringido o esporádicos, porque la ciudad, que pedía a gritos la conformación de espacios dinámicos de arte, ha sentido que su verdadero compromiso con el progreso reside a la infraestructura comercial y rumbera. Era cuestión de actitud. La demanda por arte parecía ser un famélico animal sin dueño. Arte a puerta cerrada. Un buen día cuatro artistas quienes por coincidencia viven en la misma calle, en la misma cuadra, decidieron adoptarlo. Se dieron cuenta que éste estaba hambriento de vernissages y de exposiciones, de acercarse y entender ese arte que parecía elitista e inalcanzable para el grueso de la población. Como en la historia del principito era necesario domesticar, crear vínculos, darle color al trigo para que lo esencial fuera también visible. -Hubiera sido mejor -dijo el zorro- que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la felicidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré cuándo preparar mi corazón... Los ritos son necesarios. Cada primer jueves del mes los artistas visuales,Viviana Ángel, Jesús Calle, Javier García, y la gestora cultural, Lucía Molina invitan a los habitantes de la ciudad a un diálogo para el cual transforman la sala y el comedor de sus casas en espacios abiertos para presentar arte propio o de invitados. Por allí han desfilado más de 700 artistas internacionales y locales. También se han sumado a este proyecto de convivencia urbana propuestas sociales que le devuelven la voz artística perdida a comunidades marginales como los indígenas y las negritudes. La Cuadra es un evento que pone de manifiesto que la demanda por arte es incluyente. Las autoridades municipales tuvieron que intervenir: ese día cierran la calle, desvían el tráfico y garantizan el orden público. La gente joven se apropia del espacio. Visitan La Cuadra. Entran y salen de las exposiciones. Un día al mes los visitantes son más elegantes y más ilustrados. Este lugar es un punto de encuentro obligado de amigos, un sitio para ver y ser visto, para conocer artistas e incluso su modus operandi. Con su presencia contradicen la naturaleza del andén, acera o vereda que ha sido, en Colombia, un espacio de evolución, de tránsito, tan sólo la línea que une dos puntos. Siempre a prisas porque la polis moderna así lo exige. La Cuadra transgrede este status quo. Plantea nuevos interrogantes en el imaginario colectivo. Un cambio en el presente que reinventa el pasado, como si esta iniciativa hubiese nacido con la idea misma de la ciudad. Recrea una atmósfera de vida de barrio, modelo de vida que tiende a desaparecer a la misma velocidad que la ciudad construye altas torres de apartamentos. La Cuadra donde muchos aprendieron a montar en bicicleta y patines y que parecía condenada a desdibujarse al paso avasallante de la vorágine de hierro y cemento, renace. Con música, con performance en vivo e incluso con festivales gastronómicos, este proyecto abre puertas y ventanas; y populariza el arte sin masificarlo. Ese aire fresco de arte tangible y asequible ha sido capaz de reproducirse en otras ciudades como Armenia y Cali. Sobretodo ha tenido la fuerza para transformar su entorno sin colonizar, sin ser pan ni circo. Una invitación a replantear las políticas culturales. Sensibilización, repetición, domesticación. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa... -Yo soy responsable de mi rosa... -repitió el principito a fin de recordarlo. (Foto: Javier García J. cortesía: Viviana Angel Ch.)

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